jueves, 19 de junio de 2014

UN CUENTO FRANCES

               UN  CUENTO FRANCÉS 

Legado, vigencia y universalidad del cuento infantil, enésimo capítulo. Si la actualización del imaginario estético sigue vivita y coleando en simpáticas astracanadaskistchcomo “Maléfica”, Agnès Jaoui plantea una modernización mucho más mundana, pero quizá también más reflexiva.
“Un cuento francés” indaga en cuántos arquetipos heredados de Perrault, de los hermanos Grimm, de Andersen o de la tradición oral que muchos de ellos recogieron y atemperaron pueden reconocerse en nuestra cotidianeidad. ¿Perviven en nuestro inconsciente las figuras y lances clásicos de la cuentística y los extrapolamos a las situaciones más corrientes y molientes de nuestro día a día? Según Jaoui, por supuesto.
La gracia de “Un cuento francés” está en la fricción y/o emulsión de un estilo expositivo harto realista con las fabulaciones que anidan en la cabeza de los personajes, quizá también en la del espectador.  Entonces es cuando el film llega a conclusiones (¿a una moraleja, acaso?) que satisfarían a Vladimir Propp, a Italo Calvino, a Harold Bloom y a otros ilustres exegetas del cuento popular: las fabulas que aprendimos de niños continúan rigiendo nuestros deseos pero, tristemente, siguen sin cruzarse con la realidad. A no ser que alguien deforme esa realidad, la convierta en ficción y decida contarla, que es exactamente lo que hace Agnès Jaoui.

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