LA JAULA DORADA
En las mejores comedias británicas de la inolvidable y mítica productora Ealing, toda una comunidad, un grupo de variopintas personas, formaban una compacta piña en pos de conseguir sus propósitos, fueran solidarios, de supervivencia, pícaros o políticos (esa siempre actual 'Pasaporte para Pimlico' que deberían verse nuestros gobernantes). Cuando esta comunidad de vecinos franceses, verdadero catálogo tópico y típico de caracteres (franceses, obviamente) se confabula para que ese matrimonio portugués que se ha encargado casi toda la vida de la portería, y por ende del edificio, no se retire y vuelva a su país, entonces… entonces 'La jaula dorada' es tan divertida y tan británica como, por ejemplo, 'Los apuros de un pequeño tren'. Entre el buen rollo intercultural (y una también evidente lectura social: amos y siervos, señores y criados etc.) y la bonhomía descriptiva de personajes se mueve el film de Rubén Alves. Es como si en ella, en su afabilidad (y buen entramado cómico ligero), se juntaran en el entresuelo por una reunión de propietariosel folclorismo emigrante de 'Las chicas de la sexta planta', la (inocua) maldad vecinal de 'La semilla del diablo' y el coqueteo (light) con el esperpento de 'La comunidad' de Álex De la Iglesia.
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