Es una de mis escenas favoritas, de una de mis películas favoritas. Todo un film, toda una vida, resumida en una frase, en un momento, en una escena.
No sabemos por qué esta parte de la película es recordada como una de las más importante del cine, y cómo esta frase se convirtió en una oración de culto, para cinéfilos, y también para gángsters. Quizás es porque es la culminación de este teatro del absurdo para nuestro protagonista, es la frase final de uno de los tipos más recordados que ha aparecido en la gran pantalla, Tony Montana, capo mafioso, narcotraficante y adicto a la cocaína, que en uno de sus momentos de éxtasis, lo interrumpen en su mansión (comprada con dinero de dudosa procedencia) y se manda flor de puteadas a sus enemigos, invitándolos a jugar rudo.
Elegida como la 61° mejor frase de la historia de las películas, por el American Film Institute (y quizás debió estar más arriba en la lista), y que dejó a la cinta de Brian De Palma, "Scarface" (1983), como una película de culto, dentro de las películas de culto, y si no están de acuerdo conmigo, los invito a que le digan Hola a mi pequeño amiguito.
(Spoiler)
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